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martes, 14 de diciembre de 2010

García y el Mago


García era un hombre común de aspecto desaliñado, con muy poca fortuna, no la económica, sino la otra, la que determina el tener las cosas comunes de la vida. Los hechos más simples, quizás, que en definitiva son el goce cotidiano.

A él le pasó siempre todo lo contrario. De chico era muy estudioso. Si embargo, no conseguía una buena nota por que en el momento de dar la lección, se abatataba, se ponía tan nervioso que decía todo de manera tan confusa que provocaba la ira del profesor el cuál terminaba aplazándolo De esa forma se fue ganando su reputación. Siempre fue tomado para él chufleteo. No pasó de ser el chico de los mandados.- Che, García, andá a comprarme tal cosa, y él iba nomás.

Cuando pasó lo de sus padres, tubo que dejar los estudios y por una recomendación del dueño de la funeraria, que le tenía simpatía, le consiguieron un puesto de cadete en el ministerio. Tampoco aquí pudo ganarse el respeto. Todas las cachetadas eran para él. Y ni hablemos de fin de año. Lo volvían loco. Lo hacían ir diez veces a comprar las mismas cosas y por cualquier excusa lo mandaban de nuevo para que la devuelva. Y él iba. Y el resto a las carcajadas. Nunca se le oyó ninguna queja.

Y sin darse cuenta, los años, era lo único que García había engrosado en su haber

Ya mayor ascendió en su empleo. De cadete pasó a ser ordenanza, que era más o menos lo mismo solo que con más años.

Las fiestas siempre la pasaba sólo. Nunca ningún compañero, si se puede decir, compañero,
lo tuvo en cuenta para compartir ni una sidra ni un pan dulce. Lo mismo con las mujeres. En la escuela, se enamoró de la chica más linda de la división. Pero ella salía con otro, mucho mas alto, más pintón y que además siempre sobresalía en todo. Luego tuvo alguna que otra digamos, aventura, pero nada que lo conmoviera demasiado. Hasta que apareció ella. Marta, que así se llamaba, nunca le prestaba la menor atención. Y él soñaba con tenerla. Su mirada se clavaba en su rostro y su imaginación volaba.

En la habitación que alquilaba a pocas cuadras del ministerio en el barrio de San Telmo, cuando regresaba, primero ponía la pava para el mate. Luego con toda prolijidad prendía su viejo tocadiscos. Después colocaba casi con dulzura y total delicadeza su tema preferido: “ Scheherazade ” de Nicolai Rimskij –Korsakow. Ya con el mate en la mano sus sueños tomaban vuelo y un día era un pirata que rescataba a Marta de las garras de una tribu de salvajes; otra un cantor de boleros del cuál ella estaba locamente enamorada y miles de imágenes más. Hasta que el agua del mate se terminaba. Entonces salía a tomar un poco de aire. Caminaba sin ninguna dirección precisa. Llegaba hasta la plaza Dorrego y se volvía mirando las antigüedades que ofrecían los negocios de la zona. No sabía si por azar o por el hábito, siempre se detenía frente a uno que en la vidriera tenía una pequeña lámpara.
Se quedaba deslumbrado. Permanecía extático. Ensimismado, su mente inventaba quiméricas aventuras. Más tarde regresaba, con la mirada perdida, seducida todavía por la lámpara.


No pasó mucho tiempo, una tarde, entró al negocio y sin mas depositó sobre el mostrador el dinero exacto del valor de la lámpara y se retiró con ella debajo del brazo. Una vez en la pieza, la colocó sobre la mesa, se tiró en la cama y no dejó de contemplarla hasta quedarse dormido. Se despertó sobresaltado pesando que iba a llegar tarde a la oficina. Cuando aliviado se dio cuenta que era sábado y que no tenía que ir, aprovecho para descansar un poco más. Se levantó por la tarde. Calentó el agua para el mate y se sentó a apreciar su adquisición. De pronto lanzó una carcajada.

No se puede ser tan imbécil- se dijo - ¡ Y por que no!- afirmó luego consolándose - Acaso, uno no es libre de comprar lo que quiera. Y bueno. A mí se me dio por esta porquería, que tanto- se dijo intentando convencerse. Pensó que cualquiera lo tomaría por loco si sospechara el motivo de su compra. Pero ya estaba hecha y ahora no la iba a devolver. Acaso quedaría algún imbécil que por casualidad creyera en eso de las lámparas y los genios, como a él le habían contado de chico. Y así se le pasó el sábado.

Al otro día preparando el desayuno, con algunas galletas y un mate cosido pues estaba con hambre, tomó la lámpara y jugando la frotó al tiempo que decía: ¡ Abracadabra!
Un estruendo, conjuntamente con una nube de humo invadió la pieza y García pegó un grito tirando la taza con el mate y las galletas, cayendo él mismo de traste al suelo.
De la lámpara todavía se veía salir algo de humo, mientras que un sujeto, mas alto que él, de anchos hombros, con un turbante en la cabeza y de aspecto oriental lo contemplaba impávido.
García se levantó asustado preguntado qué tipo de broma era esta. El individuo también sorprendido le pidió que se tranquilizara, que no era ninguna broma y que tomara con seriedad lo que le estaba pasando. García opto por escuchar. El personaje se identificó como un antiguo mago que por error había sido condenado a permanecer dentro de la lámpara desde hacía mucho tiempo.
Por fortuna, él y lograr liberarlo. Y en consecuencia estaba obligado a favorecerlo en tres deseos. Podía pedir lo que quisiese que se le concedería.
García estaba asombrado, con los ojos abiertos de par en par. Intentó expresar algo, pero no lograba emitir ningún sonido. Tenía la boca seca. Opto por beber un poco de agua.
Ya más calmo preguntó:

-¿De modo que todo esto es verdad? –

-Así es – aseguró el mago-

-Entonces: ¿Usted es un genio?- continuó-

. -Bueno.- aclaró el mago- genio, lo que se dice genio, no.

-¡ Cómo que no! – demandó preocupado-

-Tranquilícese -sugirió - déjeme que le explique-

- De acuerdo -.

-Bueno, en realidad yo era un mago de un famoso Sultán de cuya hija estaba enamorado.

Fui atrapado al intentar robar una lámpara en cuyo interior había un genio cuyos poderes

pretendía usar para conquistar a su hija. El sultán se molestó tanto que me condenó a vivir en otra parecida. Al pedirle clemencia permitió que si alguien frotara la lámpara iba a ser liberado y en retribución se le concederían tres deseos.
Pasó mucho tiempo, recorrí muchos lugares, hasta que hoy usted rompió el hechizo. Y bueno, en líneas generales eso es todo.¿ Comprendió ahora?

-¿ Y durante todo ese tiempo nunca nadie frotó la lámpara?- inquirió curioso-

Si- contesto el mago- Pero nadie había dicho la palabra clave.

- ¿ Cuál palabra clave?

- Abracadabra

-¡ No me diga!

- Créame- afirmo el mago-

-¿Qué me dice?- Comentó pensativo - Todo por una palabra: abracadabra.

Qué increíble ¿No?. Parece mentira

.Se quedó pensativo un rato, mirándolo.

-¿Así qué todo es verdad?- volvió a insistir -

-Así es – aseguró el mago-

-¿Y puedo pedir lo que quiera? – interrogó ya más calmo -

- Exactamente, lo que usted quiera. En el mismo instante se le concederá – reafirmó el mago.

-¿Y qué tiempo tengo, quiero decir, para pensarlo?.

- El que usted necesite. Aunque personalmente le sugiero que se apure, pues dado el tiempo que pasó no hay tantas garantías, ¿Me entiende’?.

-¡Ah!. Claro, claro. Entonces es mejor no perder tiempo. ¿Verdad?

-¿ Pero ya tiene decidido el pedido?- pregunto sorprendido el mago -

-¡ Pues claro que lo tengo!. Cómo no lo voy a tener. ¡Si lo estuve esperando toda la vida!

- Me imagino – comentó el mago -

- ¿ Qué se imagina?-

- Su pedido -

- Así. ¿ Y cuál creé que es?

- Dinero, seguramente -

- No. Está equivocado -

- Fama, entonces – insistió -

- Tampoco –afirmó -

- Se puede saber entonces..

- ¡Poder! – aseguró –
 
- ¿ Cómo?
 
- Sí ¡Poder! Me entiende. ¡Poder! ¡Es lo que mueve al mundo, sabe! Y se lo digo con conocimiento por que yo siempre la vi de abajo, comprende. Siempre había alguien que me mandaba, que me jodía y yo lo odiaba, pero en serio lo odiaba, con toda mi alma, sabe, con toda mi alma Y siempre me decía, algún día van a ver hijos de putas. Porque no hay mal que dure cien años, me entiende, algún día, esto tenía que cambiar. Y por suerte, la lámpara. Y yo que creía que era un boludo, mirándola, deseándola, amándola con toda mi alma. Usted me entiende ¿No? Es lo mismo que a usted, tantos años metido en esa basura. Bueno, es un decir, sabe, como es tan chiquita me imagino que debe ser muy incómoda ¿No? Es por eso, pero bueno ¡Se acabó!. Entiende. ¡Se acabó! ¡Caput! Así que manos a la obra. ¿Qué hay que hacer?

-Es sencillo. Solamente tiene que decir: ¡Abracadabra, quiero el poder! Luego yo apoyo mi mano sobre su frente y digo: Te lo concedo y listo.

-¿Nada más?- inquirió dudoso -

- Nada mas- afirmó el mago -

-De acuerdo.

García tomo asiento frente al mago, respiró profundamente, exhaló y con total entusiasmo,
casi gritando aseveró:

-¡Abracadabra, quiero el poder!

El mago, distendido, aunque con cierto recelo, se ubico delante de García, se inclinó levemente, colocó sus manos en la frente de él y pronuncio:

-Yo, te lo concedo-

En ese instante García desapareció. El mago quedó con sus manos en el aire sin comprender lo sucedido. Casi simultáneamente su cuerpo se fue reduciendo adoptando una figura parecida a la de García. Desconcertado miró hacia su alrededor y no vio a nadie.
Percibió como una vos que lo llamaba Como un susurro alejado pero no logró identificarlo. Hasta que se acercó a la lámpara y la vos inconfundible de García lo exhorto a que lo saque de allí. El mago sorprendido le explico que él poder le ha sido transferido y él mismo reside dentro de la lámpara. García enfurecido le exige que frote la lámpara inmediatamente sino
quería vérsela con la furia de su poder una ves afuera. Qué si la frotara enseguida le aseguraba su perdón y que a su ves le concedería cualquier deseo.
El mago se sentó tranquilamente. Meditó largamente y sin darse cuenta se quedó dormido.
Al otro día, comprobó que su ropa le sentaban bien. Recorrió la casa y encontró un poco de dinero. Lo tomó. Luego se acerco a la lámpara. Vio que aquél le hacía unos ademanes como llamándolo. Se arrimó hasta escucharlo. Entonces García le pidió que vaya al ministerio y que le avise a su jefe que no iba a ir por un tiempo. El mago le aseguró que lo haría.
Luego salió de la casa, entró en un bar y desayunó tranquilamente.
Al regresar pasó por el ministerio y pidió hablar con el jefe de García. Se identifico como un familiar del mismo, un primo del interior en busca de trabajo. Le informó que aquél había decido hacer un viaje que venía postergando desde hacía tiempo y que le anunciaba su renuncia a través suyo, que más adelante le llegaría por escrito.

El jefe manifestó su sorpresa insistiendo si no había ningún error con respecto a la renuncia, dado que después de tantos años, era una pena.
El mago le contestó que la decisión era un hecho.
El jefe le agradeció el gesto y antes de que se fuera le preguntó si no estaba interesado en ocupar el lugar que dejaba García.
El mago le contestó que por casualidad era lo que tenía en mente. El jefe le pidió que esperara unos días y que se mantenga en contacto por cualquier novedad.
Así lo hizo.

Serafín del Valle y Verellano


7 / 1 / 99

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