Deambulan por mis neuronas lazos de tiempo,
de distancia. Capricho o hábito constantes
que en este desorden de mis emociones, no me
amparan. La indolencia que me constituye,
es un feroz reniego de aquello que ayer amaba.
La omisión se ajusta con la sequedad de mi apego.
Equívoco que como un tormento me lastima
Si fuimos magnificencia y abundancia.
Nada debió sublevar nuestro andar afable
Pero hoy vuelve a sacudir lo transitado.
¿Por qué si lo nuestro era inquebrantable,
se desmoronó sin quejas ni lamentos?
Indudablemente los dos percibíamos
Y a la espera callábamos con recelo.
con la expectativa de quién hable primero.
Y como una torre de marfil que se derrumba
Nuestro diálogo dio fin a nuestra convivencia
Nada se podía rescatar. Las cartas echadas
Y todo como aleccionando nuestras citas
el punto justo de nuestro atardecer
copió el contorno de las hojas marchitas.
de distancia. Capricho o hábito constantes
que en este desorden de mis emociones, no me
amparan. La indolencia que me constituye,
es un feroz reniego de aquello que ayer amaba.
La omisión se ajusta con la sequedad de mi apego.
Equívoco que como un tormento me lastima
Si fuimos magnificencia y abundancia.
Nada debió sublevar nuestro andar afable
Pero hoy vuelve a sacudir lo transitado.
¿Por qué si lo nuestro era inquebrantable,
se desmoronó sin quejas ni lamentos?
Indudablemente los dos percibíamos
Y a la espera callábamos con recelo.
con la expectativa de quién hable primero.
Y como una torre de marfil que se derrumba
Nuestro diálogo dio fin a nuestra convivencia
Nada se podía rescatar. Las cartas echadas
Y todo como aleccionando nuestras citas
el punto justo de nuestro atardecer
copió el contorno de las hojas marchitas.
Me encanta como escribis Manuc. Un gran abrazo,
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